“ ¡Al diablo con la Medida! ¿Dónde nos ha llevado? No ha suscitado sino escisiones, recelos e intrigas. Incluso nuestra propia gente prefiere tratar con los ejércitos enemigos antes que tratar con nosotros. ¡La Medida ha fracasado!”
¿Yo he pronunciado esas palabras? Sí... hace solo dos días, pero parece toda una vida. La Medida no ha superado la prueba del tiempo, o quizá somos nosotros, que no nos hemos mostrado a la altura de los que de nosotros se esperaba.
¿Por qué adopté yo una actitud diferente? Adiviné la respuesta al oír a Flint, el buen Flint... Fue a causa del enano, del kender, del mago, del semielfo... Ellos me han enseñado a ver el mundo a través de otros ojos, almendrados unos, redondos los otros, incluso pupilas con forma de relojes de arena. Los caballeros como Derek solo ven el mundo en blanco y negro, mientras que yo he podido ver el mundo en su maravilloso y terrible colorido, en todos los matices del gris.
Miedo... tengo miedo. Entre todos esos colores se agazapa el de la desesperación, el de la vergüenza. ¿Fallaré al final?. ¿Temblará mi mano? ¿Verá mi espalda el enemigo?. Ahh... ha pasado una noche más, llega el nuevo día. No huí ayer. No fallaré hoy.
Vencido. Hemos vencido. Si es que a esto se le puede llamar victoria. Hemos rechazado oleada tras oleada de las fuerzas de la Oscuridad, pero la mitad de los caballeros han muerto. Me duele todo el cuerpo, no puedo descansar, no puedo pensar. Me mantengo en pie por puro reflejo, mi cabeza va estallar.
“... sin saber que su aparente firmeza borraba de las mentes de los jóvenes caballeros los terribles recuerdos del día. Aquellos que, en el patio, trasladaban los cadáveres de amigos y compañeros pensando que quizá mañana alguien haría lo mismo con ellos, oían las pisadas de su comandante y veían aliviarse sus temores.”
Míralos, contempla como recogen los cadáveres de los caídos, conscientes de sus deberes para con la Orden. Son jóvenes, apenas ingresados en la hermandad, pero en su interior son auténticos Caballeros. En ellos se plasman los valores eternos de Solamnia. No tienen dudas, saben que mientras sea defendida por hombres de fe la Torre del Sumo Sacerdote no caerá jamás. Y ha sido su coraje, su fe en lo que representan nuestras banderas lo que ha contenido la marea oscura. Y mientras tanto yo perezco sumido en mis miedos, en mis dudas. No merezco combatir en sus filas.
Tasslehoff. Dormido como un tronco en medio de tanto desastre... Vaya, me ha venido bien encontrarlo, no recuerdo cuando fue la última vez que pude permitirme una sonrisa. Flint. Inconmovible como la roca de la que están hechos los enanos. Profundamente pesimista, pero aún así sigue combatiendo. Laurana. Un faro de luz en un océano de oscuridad; aunque temo que tu luz se apague mañana, amiga mía. No creo que resistamos mucho más. Si llegan refuerzos de Palanthas lo harán para encontrarse con un ejército conquistador.
De nuevo se alza el sol. No huí ayer. No fallaré hoy. ¿Qué es eso? ¿El enemigo se retira? ¿Se trata de una estratagema para obligarnos a salir a campo abierto? Tanto da, somos tan pocos que no podríamos perseguir ni a una manada de orcos. Oh, dioses... Tasslehof confirma mis peores temores, se acercan los dragones.
Laurana... jamás te ví tan hermosa. Aseguras ser capaz de manejar el Orbe que se oculta en la Torre. Adelante, amiga, que Paladine te acompañe. Adios, Flint, Tass, Laurana, amigos. Adiós, Tanis, hermano. Adiós a todos.
Ya no hay dudas.
Ya no hay miedos.
Mi honor es mi vida.