miércoles, 11 de febrero de 2004

Partimos



Partimos. Porque llegó el que había sido cantado, el que porta consigo la luz de antaño y la esperanza futura. Llegó cuando ya no se le esperaba, cuando creíamos que para siempre estaríamos separados de nuestros parientes de más allá del mar. Porque rogó por Elfos y Hombres, una sola raza bajo la pesada bota del Morgoth.


Partimos. El Maestro Artesano ha bendecido nuestras armas, el Rey Supremo nuestra empresa. El Juez Mayor nos da su venia y levanta la Prohibición. Tulkas conduce, Eonwë comanda. En la costa blanca de perlas los Flautistas aprestan sus naves, que nos llevarán más allá del Gran Mar. Nuestros dorados primos forman sus ordenadas compañías. Nuestra gente, enardecida por el destino de nuestros hermanos, vacía Tirion sobre Túna.


Partimos. Porque hace ya demasiado tiempo que partieron nuestros parientes, nuestras gentes, arrastrados por mentiras y verdades que preferimos olvidar. Porque aquellos que se separaron de nosotros en el Gran Viaje no pueden permanecer sojuzgados por el Enemigo. Porque el Marinero nos ha hablado de la belleza y la fuerza de los hombres mortales, de su promesa de gloria futura, y ansiamos correr en su ayuda. Porque también el Maestro Artesano, a quien amamos, teme por la suerte de sus hijos.


Partimos. Porque hemos conocido en nuestra propia carne las mentiras del Enemigo, conocemos sus mañas, y nos resultan odiosas. Porque somos los Noldor, capaces, fieros, arrogantes bajo la égida del Rey Mayor. Tomamos para nosotros la tarea de derrotar a los ejércitos del Enemigo, a sus bestias e ingenios de guerra. No tememos a orco, balrog o dragón; donde una criatura clame por la luz, acudiremos.


Parto. En busca de mi hija, de mis sobrinos, de mis parientes nacidos en Beleriand. De aquellos que aún viven pues el Marinero me ha hablado del destino de mis hijos... Volveremos a encontrarnos, hijos míos, sea en Mandos o en Valinor, pero a la Montaña Blanca pongo por testigo de que pronto seréis vengados. Dice también el Marinero que siete heridas grabó mi hermano en la cara del Morgoth antes de morir. ¿Seremos nosotros menos? Si es voluntad de Eru, si así ha sido cantado, lo que Fingolfin empezó lo acabaremos nosotros.


Mira, noldo, la bahía de perlas, cuajada de velas blancas, de níveos cisnes que nos llevarán más allá del mar. Mira como las Compañías Doradas atraviesan el Calacirya, descendiendo hasta las playas. Allí nuestras propias compañías me esperan, aguardan a su capitán, a su rey. Bajo los estandartes blancos el ejército de Valinor parte, tras miles de años, a la guerra.


Aguantad aún, hermanos. Aguanta, hija mía. Ya partimos.



Esplugues del Llobregat, 11 de febrero de 2004