Destino
Pero ya nada sería igual. Ni los viajes de fin de semana con Pirata sedado en el asiento de atrás. Ni las cenas en la casita de la playa, siempre con sus amigos, bebiendo y riendo. También es cierto que habría menos dolor. Y ya no habría gritos. Pero ya nada sería igual. Y no creo que pudiera acostumbrarme a la cárcel.
Mañana
Pero ya nada sería igual. Habría música, ¿te acuerdas? Música y risas y comida caliente y gente amable. Y nadie nos gritaría por ser distintos, ni estaríamos siempre ateridos de frío, ni esperando al siguiente golpe. Sí, todo sería distinto. No tendríamos que trabajar desde que sale el sol hasta que se pone, llenos de cortes y heridas que nunca llegan a cerrarse. Pero ella está enferma, y no podemos irnos sin mamá.