miércoles, 9 de diciembre de 2009

Todo Marlowe

Tiene cojon... huev... ¿testic...?

Vale. De nuevo. Respira.

Resulta triste, por tarde, descubrir a estas alturas del cuento a Raymond Chandler, entre chicas que sueñan con bombonas de butano, hombres lobo luciendo bíceps bajo el plenilunio y a casi dos años del fin del mundo, pero es lo que hay y desgraciadamente no hay más. Compré el Todo Marlowe que recoge lo publicado sobre Philip Marlowe después de encontrármelo casualmente en mis manos en la FNAC. Solo pasaba por allí, lo juro. No iba a comprar nada. O casi nada. Fue abrirlo y de repente todo es blanco y negro, jazz, hombres que se parecen al tío Humphrey y mujeres como la Garbo. Y humo, mucho humo. Y cócteles. Y whisky en cantidades industriales. Te jode el estómago, pero aún así dos páginas más tarde paras el coche, enciendes un cigarrillo y compras otra botella de medio litro en el drugstore...

Son frases cortas, duras. Descripciones breves y precisas, parece que el autor haya vivido cada una de las escenas que narra. Y fragmentos gloriosos (leer con la voz de Constantino Romero):

"... Volví al camino, retrocedí hasta meterme un poco en el seto y luego corrí hasta golpear la puerta con el hombro. Una tontería. En una casa de California, casi el único sitio que no se puede romper de una patada es la puerta principal. Todo lo que conseguí fue hacerme daño en el hombro y enfadarme. Volví a pasar por encima de la barandilla y di una patada a la ventana; después usé el sombrero a modo de guante y retiré la mayor parte del vidrio inferior. Ya me era posible meter la mano y correr el pasador que fijaba la ventana al suelo. El resto fue fácil. No había otro pasador arriba. El pestillo cedió. Trepé y me aparté la cortina de la cara.

Ninguno de los dos ocupantes de la habitación repararon en mi manera de entrar, aunque solo uno estaba muerto."

Es de El sueño eterno, apenas empezando. Por escribir algo como el último párrafo no mataría a nadie, pero estaría dispuesto a repartir estopa con un bate...