lunes, 9 de marzo de 2015

Prisión


Seguía atrapado allí dentro del espejo. ¿Cuánto tiempo había pasado? ¿Meses? ¿Años? El pergamino le aseguró que encontraría todas las respuestas dentro del espejo, si se sumergía en él durante la noche más larga y oscura, cuando el solsticio de invierno coincidía con el novilunio. Lo único que encontró fue a un anciano gritando “¡libre!”, mientras la fuerza del espejo le arrastraba dentro, a una prisión sin puertas ni esperanzas. Bueno, solo una. Que alguien encontrara de nuevo ese pergamino.

Atrapados


Seguía atrapado allí dentro. Casi dos mil personas apiñadas en un espacio pensado como máximo para setecientas. Podía oír el llanto de un niño, preguntando a sus padres cuando podrían salir de allí. El hedor a humanidad encerrada comenzaba a hacerse insoportable. Pronto empezarían las peleas por los mejores lugares, más cómodos y con más aire fresco. Los débiles serían desplazados al centro del pasillo y sin duda serían los primeros en ser devorados cuando llegara el hambre. Quizá estuviese exagerando, pero ya llevaban quince minutos parados en el tunel del metro.