lunes, 19 de enero de 2015

Casi

Usted es el primero que la abre, joven. Le felicito. Muchos otros han venido antes que usted y han fracasado antes de llegar a la puerta. Las trampas mortales, los guardias, el laberinto… Ha conseguido usted superar todas las barreras, estoy impresionado. Tenga, tome un poco de agua, parece que ya le está subiendo la fiebre. Es usted uno entre un millón. Una lástima lo del mecanismo con la aguja envenenada en la cerradura de la puerta, ¿verdad? ¿cómo no se le ocurrió ponerse guantes gruesos? No me mire así, comprenderá que un hombre debe proteger sus riquezas.



Largo de aquí

Usted es el primero que la abre. Al menos desde dentro, claro. Deje esa cabeza ahí fuera, se lo ruego, si se empapan las alfombras se echarán a perder. Por favor, no me grite, me da igual quien sea. ¿Hijo de Poseidón? Claro, claro. Mucho más original que ser descendiente de Zeus, podría pensarse que el Olímpico se pasa todo el día... La espada, por favor, que los tapices no se limpian solos. Le repito que deje de gritar. Recoja su hilo y lárguese, al rey no le va a hacer ninguna gracia lo que ha hecho con su mascota.