martes, 22 de diciembre de 2015

Destino

Las besa con suma conciencia para no equivocarse con las hilanderas. Dos besos, uno en cada mejilla, para la doncella. Un beso, en los labios, para la madre. Y un último beso, en la frente, para la anciana. La doncella agacha la cabeza mostrando sus manos vacías, no habrá más hilo de oro, no más alegría, no más gloria. La madre rehúye su mirada, a su espalda sus manos ocultan un ovillo de lana negra. Solo la anciana lo mira de frente, las manos sobre el regazo y en ellas unas tijeras. Creo que puedo guardarme mis preguntas, piensa el joven guerrero. Ya tengo todas las respuestas.

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